Presentación audiovisual de la prueba en el auditorio municipal de la Lonja. Proyección de un video sobre la vida y carrera deportiva de Bernardo Ruiz.
Charla coloquio con varios ponentes, entre los que destacan Marino Lejarreta, Bernardo Ruiz (hijo), Miguel Soro y Fran Gaitán, nieto del fabricante de la bici con la que Bernardo Ruiz ganó la vuelta a España de 1948.
Inauguración de la exposición temática sobre Bernardo Ruiz en donde se podrán admirar 15 cuadros de Miguel Soro, entre ellos su reciente obra dedicada a Bernardo. También estará la bicicleta flauta de Gaitán entre otras, carteles, periódicos, esculturas, trofeos y cuatro maillots que formaron parte de la carrera de Bernardo, firmados por él. La exposición permanecerá abierta al público desde el 23 de febrero hasta el 01 de marzo.
Sábado 24.
A las ocho, punto de encuentro en la plaza Ramón Sijé, dónde Miguel Hernández subido a una escalera de madera y junto a la placa conmemorativa dedicada por el Ayuntamiento, leyó un sentido discurso en recuerdo de su "compañero del alma". Luego nos dirigiremos al punto de salida, en la calle Loaces, donde haremos entrega de una placa a Bernardo Ruiz en reconocimiento a su trayectoria. Luego partirá la marcha de 68km, hacia Hurchillo, pantano de la Pedrera hacia la Zenia. Haremos una parada en Lovelo Café Ride para refrescarnos y conocer sus instalaciones. Tras el avituallamiento en Cala Capitán (Orihuela Playa) volveremos hacia la ciudad para entrar por el puente de hierro (pasarela) hacia el polideportivo para cambiarnos y ducharnos para posteriormente, quien lo desee, acudir al restaurante Tono Tornado, donde nos espera un suculento menú para reponer fuerzas. En la marcha nos acompañará el gran ciclista Marino Lejarreta, ganador de la vuelta a España 1982 y de la etapa mítica de Lagos de Covadonga en la Vuelta de 1983, entre otros muchos triunfos.
Domingo 25.
A las ocho y media nos reunimos de nuevo en la plaza Ramón Sijé para dirigirnos al ayuntamiento dónde, a las nueve, se dará la salida a la cronoescalada al seminario de Orihuela, una cuesta de unos escasos 660m. en los que hay que superar un desnivel de 68m. con un porcentaje medio del 10,5%. Habrá medallas de oro plata y Bronce y regalos para los tres primeros clasificados. Entre los participantes estará Marino Lejarreta, así que el oro va a estar muy caro.
La Retrolevantina
llega este 2023 a su cuarta edición. En esta ocasión de nuevo se
celebrará en Elche. No es una marcha competitiva. Se trata de una
quedada entre amigos que compartimos una afición por la restauración y
conservación de viejas bicicletas y de la memoria del ciclismo de
aquella época.
El objetivo no es otro que el de pasar un fin de semana ameno,
disfrutando de nuestras bicicletas, de nuestra afición y de nuestra
amistad. Las fechas elegidas son el 04 y 05 de marzo de 2023. Son dos
rutas muy asequibles, pensadas y diseñadas para disfrutar del ciclismo.
Para la ruta del sábado utilizaremos bicicletas de carrera anteriores a
1987 con las que emularemos las gestas y hazañas que realizaban los
sufridos ciclistas de entonces. En aquel tiempo no había pedales
automáticos, sino rastrales.
Los cables de freno remontaban por encima de los manillares y las levas
de los cambios iban en el cuadro de la bicicleta. No había ruedas de
perfil, ni cuadros de carbono.
Los desarrollos nada tenían que ver con los actuales. Los maillots eran
en muchos casos de lana o de punto y los culottes tenían como badana un
trozo de cuero. Las zapatillas eran sobrias, sin suelas de fibra ni
carbono, sin cierres milimétricos ni boa’s. Los cortavientos consistían
en un periódico viejo, doblado y metido en el pecho. En definitiva, un
homenaje a aquel ciclismo épico que tantas y tan buenas tardes nos hizo
pasar admirando a aquellos entregados ciclistas.
Para el paseo del domingo utilizaremos también bicicletas de estilo
clásico, pero en esta ocasión podemos utilizar tanto bicis de paseo como
de carreras, pero siempre intentando mantener la estética retro. Para
ello, en esta ocasión acudiremos vestidos de época, imitando el estilo
de las primeras décadas del siglo pasado.
1 - sábado
El sábado la salida se hará desde la plaza de Santa María. Saldremos de Elche por el Camino de la Galia para buscar el carril bici que discurre
junto a la CV 86. Continuaremos por el carril bici hasta cruzar la
carretera EL 20 e inmediatamente nos desviamos a mano derecha para coger
el camino del Olmet.
Avanzaremos por este camino para enlazar con el camino de Saladas que
nos llevará de nuevo a retomar el carril bici que abandonaremos para
dirigirnos hacia Torrellano por el camino del cementerio. En Torrellano está situado nuestro punto de avituallamiento, en el restaurante “El Suquet”.
Una vez repuestos iniciaremos la marcha hacia Santa Pola. Abandonaremos Torrellano pasando junto a la estación para tomar el carril bici junto al aeropuerto que nos llevará hacia El Altet, Arenales del Sol, Carabasí
y finalmente Santa Pola. En esta localidad pasaremos junto al castillo y
giraremos hacia la playa de nuevo para dirigirnos al Museo de la Sal,
donde nos detendremos y tendremos la ocasión de realizar una visita
guiada.
Tras la visita al museo, emprenderemos de nuevo la marcha en dirección a
Elche.
Saldremos de Santa Pola por el carril bici que discurre junto a
la carretera CV 865. En el cruce con la carretera CV 851 giraremos a la
derecha y seguiremos por el carril bici unos cientos de metros hasta el
desvío hacia Valverde por el camino de las Torres de Gaitán. Una vez
alcanzada la pedanía de Valverde tomaremos la carretera de Perleta a Balsares que nos llevará directamente a la almazara Maitino
dónde haremos otra parada para poder degustar una selección de aceites
de oliva virgen.
Una vez efectuada la visita y degustación nos pondremos de nuevo en
marcha en dirección a Elche. Terminaremos la Ruta en el mismo lugar que
la comenzamos, es decir, en la plaza de Santa María. Desde aquí, los que
nos quedemos a la comida, nos dirigiremos al restaurante Paquito, en la
calle Isaac Peral 14, en el Barrio de Raval,
dónde podemos dejar las bicis a buen recaudo y directamente sentarnos a
la Mesa.
2 - domingo
El domingo, Para todos aquellos que vayáis a efectuar el paseo retro,
nos encontraremos en la Plaza de Santa María de nuevo Para hacer un
recorrido por El centro de Elche con nuestras bicis clásicas. En esta
ocasión podemos utilizar tanto bicis de paseo como de carreras.
A las once y media acudiremos a la oficina de turismo, desde donde
comenzaremos una visita guiada a la ciudad, por los sitios más
representativos de Elche, con las explicaciones de un guía turístico.
Al
finalizar el tour guiado, quien lo desee podrá visitar el museo
Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE).
La
semana pasada, el 10 de septiembre, se celebró la Monegrina y allí
estaba yo, en esa España rural, despoblada, algo olvidada, y porque no,
también desconocida. Una España con un reloj que atrasa y no por culpa
suya. Mi relación con la Monegrina ha sido buena, me gusto cuando estuve
la primera vez, antes de la pandemia y me ha gustado mucho también este
año, a pesar de que no me encontraba en las mejores condiciones. He de
destacar los buenos detalles de la organización como mandarme una
preciosa postal como recordatorio o la atractiva camiseta que me han
dado con la inscripción.
Y
no, no es una marcha de esas pensadas para enmascarar competiciones, o
“ultranosequé”, que ahora están tan de moda. Es algo más clásico, con
bicis de acero y cromo, de aquellas que llevan los cables de freno por
fuera y las palancas de cambio en el cuadro, los pedales con rastrales y
unos cuantos años encima. Lo peor; sus dueños, los ciclistas. He de
reconocer que, a pesar de ser amigos míos, no es gente muy normal. Están
profundamente obsesionados con los cuadros antiguos, cuanto más viejos
mejor, el óxido les pone y más aún restaurarlos. Vienen con mallot
viejunos que se caen a pedazos, de una lana cuyas ovejas hace tiempo que
dejaron de ser vírgenes, y lo que es peor, se sienten de lo más
orgullosos. Fanáticos de un ciclismo en blanco y negro ya desaparecido. Y
lo peor es que es algo contagioso, yo era un ciclista sin pretensiones,
de andar por casa, y ahora me voy arrastrando por media España para
acudir a este tipo de pruebas. He de reconocer que admiro su entusiasmo,
el conocimiento que tienen de todo ese mundo del ciclismo añejo, su
pasión desbordada. Pero son peligrosos, muy peligrosos, una verdadera
droga.
Siendo
ferroviario y al precio que está la gasolina opte por el tren para ir
hasta Los Monegros. Y no tardé mucho más que con el coche, unas 12
horitas de nada, pero tener en cuenta que vengo desde Murcia y para los
que no lo sepan, también hay otras partes de España desconocidas. Esta
está al fondo, allá abajo, en una esquinita de la península rodeada por
el Mediterráneo. Un regional hasta Zaragoza y otro hasta Tardienta y los
pocos kilómetros que quedaban hasta Frula los hice con la bici. En
estos casos odio profundamente a los madrileños, ¡tan cerca de todas
partes!
Frula,
en Huesca, va a ser el epicentro de un encuentro de ciclismo clásico
con dos partes bien diferenciadas; de un lado “La Bestia”: Monegrina
Classic Divide. 300 kilómetros sobre una clásica y en plena noche. Y La
Monegrina, algo mucho más razonable, “solo” 60 kilómetros y un par de
avituallamientos. Pero comencemos por el principio, a las 8 y 26 se pone
en marcha mi tren, he escogido el regional en lugar de Aves y demás
bichos porque me permite llevar la bicicleta sin desmontar simplemente
colgada de un gancho. El tren completo entre Murcia y Valencia. Y,
“ventajas” de la despoblación, el siguiente tramo hacia Teruel y
Zaragoza casi vacío. Momento ideal para comer el bocadillo. Me levanto,
alzo los brazos hacia la mochila que se encuentra en el porta maletas.
Bandazo del tren y caigo cuan largo soy sobre el asiento que se
encuentra a mi espalda. “Golpazo” con el costillar izquierdo sobre el
armazón de fibra de vidrio del asiento. ¡Coño que dolor! No puedo
respirar, no me puedo mover. Por fin logro levantarme, han pasado varios
minutos. Me siento e intento recomponerme. Esto debe ser el colmo de un
ferroviario, 43 años trabajando en el tren y es la primera vez que me
ocurre algo semejante.
En
Zaragoza me decido por Goya, al menos es un punto civilizado, no como
esas nuevas estaciones de hormigón, horribles e impersonales. Tres horas
después estoy en Tardienta, monto las bolsas y a pedalear. Es duro,
apenas puedo respirar, no puedo hinchar los pulmones, por lo que doy
pequeñas bocanadas poco profundas y rápidas como un pez que se queda sin
agua. La noche me regala una enorme luna, cálida y luminosa, de un
bonito tono pastel. El ambiente es templado, pero no agobia, pronto las
luces de Frula se recortan sobre el horizonte bajo la luna. En la puerta
del albergue los amigos me están esperando, nos tomamos unas cervezas
en la terraza y cenamos allí mismo y a dormir. Veremos cómo me levanto
mañana.
La
organización ha montado un arco hinchable para la salida y en el
pabellón una mezcla entre museo ciclista y bazar. Nos entregan
credenciales y dorsales, me ha correspondido el 24 y está pirograbado en
una preciosa pieza trapezoidal de madera junto a la palabra: La
Monegrina. La cuelgo en la parte delantera del cuadro y me voy hacia el
punto de salida. Me entretengo en dar una vuelta, cámara en mano, a los
compañeros situados tras el arco. Se da la salida. Me esfuerzo, pero voy
el último, sigo sin poder respirar. Decido seguir pedaleando en modo
supervivencia, tratando de obtener el máximo rendimiento con el mínimo
esfuerzo y no me va mal, el grupo no logra alejarse demasiado.
Pedaleamos por un terreno tendido con suaves ondulaciones. La carretera,
rodeada de campos de maíz regados por aspersores que en ocasiones
invaden la calzada. Están funcionando a pleno sol y luego nos critican a
los murcianos, dicen que gastamos mucha agua y lo tenemos todo por
goteo y hasta informatizado.
Afortunadamente
pronto llegamos a Cantalobos lugar del primer avituallamiento, los
vecinos se esfuerzan año tras año en agasajar a los participantes y a fe
mía que lo consiguen. Ricos embutidos, cervezas y refrescos, fruta, la
verdad es que no falta de nada, es un piscolabis variado y abundante,
disfrutándolo con compañeros y amigos, que más se puede pedir. Nos
echamos de nuevo al camino, me lo tomo con calma y aviso para que no me
esperen, al llegar a Alcubierre no subiré el puerto y continuaré
directamente a Robres, los esperaré en las piscinas. En la participación
anterior subí el puerto, incluso hice un alto para visitar lo que se ha
dado en llamar la ruta George Orwell. Eric Arthur Blair, hijo de la
Gran Bretaña, se alistó en las milicias del POUM (Partido Obrero de
Unificación Marxista) que estaba muy de moda por aquellas fechas y fue
destinado a un lugar tranquilo, la sierra de Alcubierre en enero de
1937, más peligroso por el frío que por el enemigo. A los pocos meses
que paso allí, les saco buen provecho, cosa por otra parte muy
británica, publicando un libro titulado “Homenaje a Cataluña”, supuestas
memorias de los seis meses que pasó como miliciano entre Barcelona y el
Frente de Aragón. Aquí, en Robres hay un Centro de Interpretación de la
Guerra Civil, pero yo bastante tengo con recuperarme junto a la piscina
con una buena jarra de cerveza.
Poco
a poco van llegando los demás participantes y comienzan a servir el
segundo avituallamiento compuesto sobre todo por tortilla de patatas,
migas, cerveza, refrescos, chocolate y magdalenas. Ahíto el personal,
retomamos el recorrido por los llanos de la Violada hacia Torralba y su
iglesia parroquial de San Pedro ad Víncula situada sobre un altozano que
domina el pueblo. Para conquistarla habrá que esforzarse, yo al menos
llego sin respiración y con un fuerte dolor en las costillas. El
edificio es de mampostería y piedra sillar, del siglo XVI, una galería
de arcos de medio punto de ladrillo recorre la parte alta. Adosada en su
cabecera una torre cuadrada de ladrillo y estilo mudéjar de cinco
cuerpos, decorada con esquinillas, zigzags, rombos y cruces. Hay que
descender y para algunos no es fácil, nuestras vetustas monturas no
frenan tan bien como pudiera parecer y obligan a más de uno a echar pie a
tierra.
El
camino hacia Frula es un paseo entre campos de maíz. Nos espera un buen
baño en las piscinas y una comida de hermandad a base de paella de la
que se sienten muy orgullosos los vecinos del pueblo. Premios,
proyectos, promesas, abrazos, despedidas, es hora del regreso. Otros nos
quedamos en Frula, a disfrutar de sus piscinas y de los amigos. Mañana
será otro día, toca regresar a Murcia, mis costillas no me dejan hacer
la vía verde del Zafan como tenía previsto para “aprovechar” el viaje.
Tierra de Pinares, Abejar, Soria. Acero, cromo, mallot de lana. Estamos en La Histórica, marcha de ciclismo clásico que reúne a más de 250 locos aficionados a las bicicletas de más de 40 años. Cables de freno al aire, cambios en el tubo diagonal del cuadro, calapiés y ruedas que han dado ya muchas vueltas. Mucho calor en esta mañana de la décima edición de la Histórica, muy especial después de tres años de ausencia por la pandemia. Jornada marcada por el buen ambiente, el compañerismo y la pasión por ese ciclismo de antaño. La Histórica es una cita a la que acuden profesionales de la talla de Perico Delgado, Julio Espeso, Juan Vitoria, Gómez Rivero, Serguei Smetanine, Andoni Balboa, Iñakí Gastón, Santiago Portillo, Enrique Aja, Andréi Zinchenko que, junto al organizador de la marcha Alberto Faricle y nuestro querido Félix García “Pirelli”, no se pueden perder.
Pasadas las 9.30 horas, Pirelli cortó la cinta y Perico prendió la traca que daría comienzo a la marcha. Arranco del frontón de Abejar en dirección a Cabrejas del Pinar, 60 kilómetros de asfalto y pistas nos esperaban y pondrían a prueba tanto a los participantes como a sus monturas. Precioso paisaje entre pinos, vacas, añejos pueblos y torreznos, por algo en esta décima edición se rendía homenaje al torrezno de Soria y cada participante ha donado un euro solidario para Alzheimer Soria. Lejos del crono, lo que primaba era reconocer a los viejos conocidos que, endogámicos, nos vamos buscando marcha tras marcha, quedada tras quedada. En solitario, en pequeños grupos, o formando verdaderos equipos como el club Cenicero, Clásicos de Aranda, el club Zeus, el club ciclista Los Muros o la agrupación ciclista de Abejar, todos disfrutábamos del buen ambiente, del caluroso día y del vino dulce en Muriel El Viejo, de los Torreznos en Catalañazor o del vermut en Cabrejas del Pinar. Y eso sin contar la comida de hermandad a la llegada en el pabellón de Abejar.
Carreteras en las que tienes que llevar más cuidado con las vacas que con los coches, pistas y caminos de tierra que acechan a los participantes para regalar aquí y allá algún que otro pinchazo y la verdadera “puñalada” del “Col de Pepinil” en mitad de la digestión. ¡Cómo subían y bajan los torreznos por el esófago! Una de las cosas que me ha llamado la atención ha sido la manera en que se han volcado los vecinos de los pueblos por los que pasábamos, o la paciencia de Perico Delgado compartiendo selfies con el pelotón o como asistencia técnica, especialmente con las chicas si necesitaban un empujoncito.
La cita arrancó el sábado con mercadillo, hamburgesada y concierto country en los que el personal participó, no sé si la palabra sería disfrazados o vestidos de cowboys. Todo participante tuvo su bolsa de corredor con productos de la tierra y un mallot que homenajeaba a la combinada que lució en 1991 Miguel Induráin. La histórica nació en 2012 de la mano del amigo Alberto Faricle y como el mismo dice “…nace para acoger a un acontecimiento de prestigio que de a conocer a nuestras regiones, tanto por su patrimonio histórico como por sus excepcionales paisajes…” y creo que lo está consiguiendo, solo tenéis que inscribiros para la próxima en 2023 y viviréis en vuestras propias carnes esa atmósfera retro de los tiempos épicos del ciclismo y sobre todo ese compañerismo que ya no se ve en las marchas ciclistas de estos tiempos.